Por Carlos Reyes Álvarez, maestrando en Historia de los Andes en FLACSO (Ecuador) y filósofo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Este texto breve forma parte de la investigación que realizo como parte de mi tesis de maestría en Historia de los Andes en FLACSO, Ecuador, que quiero compartir con el público. No es ningún descubrimiento de nada: es parte del sentido común saber que este pueblo fue habitado por españoles en algún momento del pasado, sin embargo, se sabe poco de ellos: en qué momento llegaron, en qué condiciones y con qué propósitos.
El primer español de mayor poder en Cajamarca fue Melchor Verdugo, conquistador, presente en la captura de Atahualpa el 16 de noviembre de 1532. Pizarro le entregó, como premio, la encomienda de Caxamarca con 7 grandes organizaciones étnicas. A cambio de esta adjudicación de indios (no de tierras) él tenía el deber de evangelizarlos y a cambio recibiría tributos en especies y, en menor medida, en metal. Se sabe que residió en Trujillo pero habría venido en algunas oportunidades aquí y, también, tenía mayordomos o administradores. Murió en 1567 sin descendencia, pero dejó una viuda: Jordana Mejía, una de las encomenderas más poderosas de la época.
Poco después de la conquista, se encontraban residiendo 7 familias españolas en 1565, 14 familias españolas en 1572 y la misma cantidad en 1597, es decir un aproximado de 70 españoles vivían entre 1565 y 1597 en Cajamarca, años inmediatamente posteriores a la conquista de 1532. Podrían haber sido los mayordomos de Verdugo, evangelizadores, así como autoridades civiles y sus trabajadores, familiares y comerciantes de paso, entre otros. Como podemos ver no eran muchos, sin embargo, esto cambió para el siguiente siglo, el XVII (1601-1700).
Después de las reformas del virrey Toledo (1569-1581) mediante las cuales crea las condiciones necesarias del terreno: estabilidad, tranquilidad, regulación de trabajos y roles para la convivencia (lo que hoy nuestros políticos llamarían “estado de derecho” o “paz social”) se aprecia una presencia cada vez mayor de españoles en Cajamarca: para 1615 se registran 100 familias españolas, es decir, cerca de 500 individuos, para 1644 cerca de 900 individuos y para 1675 la cifra aumentó a 4 mil. Nosotros consideramos que esta es la primera gran oleada migratoria de españoles a esta ciudad y se habría dado por fases desde 1572 hasta 1687 aprox. Según Espinoza, estos españoles habrían sido en su mayoría migrantes pobres, es decir, vinieron a labrarse un futuro, concientes también de que no volverían más a España debido, entre otras cosas, a lo lejano del viaje (cerca de 4 a 5 meses en embarcación y pasando una y mil peripecias en el trayecto). Según el inventario documental de causas civiles del corregimiento de Cajamarca, editado por el Archivo Regional de Cajamarca, estos españoles fueron de Sevilla, Segovia, Andalucía, Valladolid, Madrid, Islas Canarias, entre otras regiones, por lo que podemos deducir que esta primera oleada migratoria vino del centro y sur de España.
Estos primeros españoles encontraron atractiva a Cajamarca por varias razones: una ciudad de los Andes no tan alta (2750 msnm), clima templado, adyacente a la costa, ceja de selva y el marañón, abundante agua, con suelos fértiles, pampas para la ganadería, minas pequeñas, mano de obra india, tradición textil para obrajes (fábricas textiles) así como una ubicación estratégica para el comercio: aquí se entrelazaban las vías del cápac ñan: de sur a norte, de oeste a este y viceversa (dichas vías funcionaron hasta el periodo republicano a falta de carreteras modernas). En efecto, fueron estas características las que fueron aprovechadas para que estos migrantes llevaran acabo un primer despegue económico regional o local durante el periodo colonial.
Estos primeros españoles en Cajamarca crearon un microcosmos a su favor: primero desposeen de la tierra a los indígenas mediante distintos mecanismos: mercedes, compra-venta, donaciones, usurpaciones, etc. La tierra bajo su control les permitía dos cosas: espacio para vivir y generar actividades económicas. En efecto, en dichas tierras instalaron sus casas y fundaron obrajes (fábricas textiles) aprovechando la gran tradición textil prehispánica de la zona y la gran venta que los tejidos tenían en el virreinato: bayetas, frazadas, sayales, jergas, paños, sombreros, entre otros, además al lado de los obrajes tenían extensas pampas para el ganado ovino, el cual proporcionaba lana, y para la agricultura de maíz, trigo, papa, alfalfa. Según Silva Santisteban, los obrajes más grandes e importantes a principios del siglo XVII, con dueños españoles o criollos, eran los de Cajamarca, Porcón, Combayo y Polloc.
Por otro lado, reactivaron el comercio (activo en el periodo prehispánico e interrumpido por las guerras de conquista; los caxamarcas eran grandes comerciantes): recepcionaban los productos que venían desde Lima así como de zonas de producción periféricas para intercambiarlos, además extraen plata de la mina de Chilete (de baja escala), entre otras actividades. Aprovechan también la mano de obra local mediante la mita: trabajo obligatorio de los indios en favor de un español durante un periodo de tiempo y la esclavitud negra, la misma que llega a Cajamarca en estos años y servirá no solo para la región, también para las florecientes plantaciones de azúcar de Saña en Lambayeque.
En este contexto de principios del siglo XVII, ubicamos la figura de uno de los españoles más adinerados del momento: Baltazar Hurtado del Águila, al parecer un prestamista o financista local: en el inventario documental del Archivo aparece cobrando muchas deudas, además, aparece como el prestamista de los más de 100 solicitantes de composición de tierras en 1644 (composición = legalización). Su hijo, Baltazar Hurtado de Chávez, criollo cajamarquino, heredaría la fortuna y también las deudas.
Algo importante que anotar, es que este establecimiento de españoles en Cajamarca estaba legalmente prohibido: Cajamarca fue fundada como pueblo de indios primero por el gobernador Lope García de Castro (1565) y luego reafirmado por el virrey Francisco de Toledo (1572), esto bajo la política de separación de la república de indios y de españoles. En un pueblo de indios no podían vivir españoles: solo se les permitía estar de paso, de uno hasta tres días. No obstante, estos españoles residen permanentemente, desposeen de la tierra a los indígenas y transforman el pueblo de indios en una villa española mestiza de facto (informal), en donde además construyen su propia parroquia: Santa Catalina (hoy Catedral). La corona dispone que Cajamarca sea elevada de pueblo de indios a ciudad (sin pasar por la condición "intermedia" de villa) recién en 1808. Por esta razón, existió durante todo el periodo colonial un cabildo de indios (cabildo = municipalidad hoy) pero no cabildo de españoles, así mismo, el traspaso de tierras de indios a españoles se dio mediante diversos mecanismos entre 1572 y 1643 que luego compusieron (legalizaron) en 1644. No obstante, unos años más tarde, dichas composiciones fueron anuladas y tuvieron que recurrir a testamentos en 1678. La naturaleza jurídica de pueblo de indios de Cajamarca fue un problema que los españoles acarrearon durante toda la colonia.
La presencia de los españoles en la localidad provocó el primer proceso de mestización en este periodo: fenómeno que va transformando o desapareciendo a una parte de la población india. Recordemos que la mestización podía ser una herramienta de los nativos para la lucha contra la explotación: siendo indios pagaban tributos al encomendero (después a la corona), eran trasladados a la mita, siendo mestizos no pagaban tributos ni iban a la mita. En el inventario documental del Archivo aparece un mestizo: Diego de Álvarez, de Chota, hijo del español Alonso Álvarez y de la india Beatriz Julca, solicitando su reconocimiento como mestizo en 1643. No obstante este proceso de mestización, es bueno anotar que la población india nunca desaparece por completo ni disminuye dramáticamente, siempre fue la población mayoritaria en términos de porcentaje desde los primeros años de la conquista hasta la actualidad (ahora llamados "campesinos"). Los historiadores remarcan que esta es una característica muy propia de la región.
Entre estos españoles que vivieron a principios del siglo XVII en Cajamarca y que generaron este microcosmos político-económico-cultural mencionado, también habría existido españoles que no lograron conseguir, en este periodo, tierras, dinero o poder, entre ellos trabajadores, vagabundos y delincuentes, figuran el ya mencionado prestamista Baltazar Hurtado del Águila, además: Antonio Ibáñez, María de Arnaga, Joan de la Cuba, Andrés de la Torre, Jerónimo de Vargas, Fernando Caballero, Francisco Pérez, Juan Ruiz, Pedro de Chávez, Francisco Gutiérrez, Gregoria de la Serna, Agustina Hernández, Francisco Céspedes, Úrsula de Vera, María Correa, Cristóbal de Alvarado, Diego Sánchez, Martín Gómez Camacho, María de Acuña, Benito Vásquez, Cristóbal Zapata, Antonio Díaz, María Urteaga, Juan Martín de Goicochea, Artux de Quiroz, Leonor de Bonilla, Francisco Bautista, Alonso Muñoz, Bartolomé de Cabrera, Pedro Bautista Vigo, entre otros tantos.
Muchos de ellos fallecen en Cajamarca y dejan testamentos, los mismos que se encuentran en el Archivo Regional de Cajamarca y que podrían servir para conocer un poco más, no solo de los bienes, sino de las parentelas y actividades de estos primeros españoles en Cajamarca.
Finalmente, desde nuestra hipótesis (con aún mucho por investigar) esta primera gran migración que provocó este primer despegue económico habría durado hasta 1687 aprox. cuando se produce un gran terremoto en Lima y Lima era, junto a Potosí, un gran motor económico en todo el virreinato. Pudo haber sobrevenido una depresión (aunque no sabemos si la producción de tejidos y mercancías encontraron otros mercados que ayudaron a mantener más o menos estable la economía) que habría durado hasta el descubrimiento de las minas de Hualgayoc en 1771, momento en el cual se da un 2do boom económico con la aparición, además, de las grandes haciendas agrícolas-ganaderas y una 2da oleada migratoria de españoles, esta vez muchos provenientes de Santander, Navarra, Galicia, Andalucía, Vizcaya y Cataluña (de este último lugar fue el famoso Miguel de Espinach y sus sobrinos Iglesias) ya casi al final del periodo colonial.
Fuentes:
Andrien, Kenneth (2020). Crisis y decadencia en el virreinato del Perú en el siglo XVII. Lima: IEP. Link: https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/libros/2020/crisis-y-decadencia-el-virreinato-del-peru-en-el-siglo-xvii.pdf
Espinoza, Waldemar (2002). Españoles en la villa de Cajamarca a mediados del siglo XVII. En: Sobre el Perú, homenaje a José Agustín de la Puente Candamo, tomo I. Lima: PUCP. Link: https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/181934
Gaytán, Evelio; Álvarez, Flaminio; Barrantes, Cecilia; Urteaga, Rossina; Angulo, Bertha; Sánchez, Luz (2002). Inventario documental, causas civiles (1593-1785), Corregimiento de Cajamarca. Cajamarca: Asociación Obispo Martínez de Compañón.
Silva Santisteban, Fernando; Espinoza, Waldemar; Ravines, Roger (comp.) (1986). Historia de Cajamarca, siglos XVI-XVIII. Cajamarca: Fondo Editorial del Instituto Nacional de Cultura.
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